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LLegarán mis versos a tu orilla serena
antes que el alba y que canten los gallos,
y al despertar, oh mujer de brumas,
escucharás mis palabras en alas del viento.
Después tornará el silencio y me habré ido
por angostos caminos, sin nombre ni destino,
uno más errante por el mundo
buscando un asiento sin ánimo para quedarse.
El oro en mis manos es sólo pedrusco,
lo que toco se convierte en hojarasca,
mi voz es un quejido quebrándose en el aire,
mi amor hiere al corazón que me ama.
Nadie ha sabido retenerme, da igual que me pierda
en los laberintos del mundo, nadie me aguarda.
La multitud tiene rostros como máscaras,
la gente va y viene mirando sin ver,
y en el humano oleaje me dejo llevar
olvidando el nombre de la que ayer me sedujo.
domingo, 23 de octubre de 2011
Errante
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